sábado, 2 de marzo de 2013

A propósito del paro de cafeteros



Un buen café debe ser: negro como la noche, caliente como el infierno, dulce como el amor.
Anónimo (revista del café colombiano)

Quizá viviendo acá en Buenos Aires, el paro cafetero en Colombia no me “afecte”, pues la situación  crítica se vive fehacientemente allá. Siempre me gustó el café, el buen café, en casa no me dejaron tomar tinto (café americano” o chico)   hasta después de los 15 años. Cuando pude tomaba café sólo cuando sabía que era una buena preparación, lo aprendí de Grú una chica noruega que conocí y a los diez años, ella es misionera y compartimos un viaje a Bucaramanga con los King´s Kids un equipo de niños y niñas que evangelizaba por medio de canciones y coreografías; linda época, fue una linda cruzada, conocí a mucha gente que aportó a mi vida para bien, otras por las que decidí ser comunicadora social.

A Grú le gusta mucho el café, pero no cualquier café, lo primero que aprendió cuando llegó a Colombia fue a tomar una buena taza de café, es decir lo tomaba con la preparación exacta y aunque suene terrible, del tipo exportación. Cuando llegué a Buenos Aires y conseguí café de Colombia ($80 Arg) noté la diferencia, el gusto es incomparable y cambia de inmediato la apreciación del mismo. Supe que el café que tomaba en Colombia era bueno pero el que tomaba ahora era el mejor, ¡el mejor!

En Colombia producimos café de calidad, lo que requiere de una gran labor de parte de los caficultores, es un arduo trabajo que merece de tiempo y de inversión para así mismo obtener una calidad en el producto; si bien, nuestras tierras fértiles y propicias para su cultivo nos hace el país con el mejor café o por lo menos el del Huila es el mejor café de mundo según el concurso Taza de la Excelencia es promovido desde 1999 por la organización The Alliance for Coffee Excellence, en Brasil, Bolivia, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Colombia.

Bien describía Jorge Isaacs en su novela La maría, los bellos cafetales del Valle del Cauca, sus fragancias y la ardua labor de los caficultores bajo es sol, bajo la lluvia. Eran para él lugares únicos y con aromas que enamoran. Se podían hacer versos, coplas, hermosos poemas, con tan sólo pasar o ver los floridos y cargados cafetales.

Desde el año 2002 la producción de café inicio una crisis en el mundo, para esto los gobiernos de cada país productor hizo lo suyo con el fin de detener o por o menos sostener a los caficultores y así no fueran obligados a dejar sus labores de producción. A Colombia lo afectó en un porcentaje “menor” al resto de países, entre otras por la calidad y nombre de nuestro café, pero aun así los caficultores colombianos tuvieron menos apoyo y estrategias por parte del gobierno para ayudar a salir de la crisis, tanto así que miles de caficultores han tomado rumbo a las grandes ciudades y dejar el campo. (No sólo la violencia y la guerrilla o paramilitares hacen que en el país existan estos éxodos internos)

Trabajo medio tiempo en un café en Buenos Aires, la dueña es argentina y cuando empezó a buscar qué café vender, se encontró con una marca de café colombiano Full City, ella escogió el  tipo excelso; se enamoró de su aroma y su acidez, ya había probado café colombiano cuando vivió en Irlanda, así que no tuvo dudas al decidirse. En Co.Co espresso como se llama el café-restaurante, trabajamos colombianos, a Gissela (dueña del café-restaurante) le gusta nuestro trabajo y la atención que tenemos con los clientes; cosa que me llena de orgullo, porque los colombianos no somos sólo lo que muestra nuestro cine y televisión colombiana, somos luchadores, inteligentes, amables, pedimos el favor y damos las gracias, creemos en lo que soñamos y trabajamos para lograrlo; cosa que nos distingue acá en Argentina.

Todos los días sin falta, un par de clientes me pregunta “de dónde sos”, (porque aun mantengo con orgullo mi tonada colombiana) y cuando les digo “Soy de Colombia” exclaman ¡ay tan linda Colombia!, tiene unos paisajes hermosos, yo con una sonrisa lo confirmo.  Aprovecho y les cuento que el café que se han tomado es colombiano. Lo hago porque me gusta ver la cara de satisfacción que manifiestan al finalizar mi frase. Saco pecho y me siento grande (mido menos de 1.50 m).

El paro sí me afecta porque sé que el café es un producto que nos ha hecho grandes en el exterior, porque veo como los argentinos disfrutan de este producto colombiano; me afecta porque como colombiana en el fuera de mi país me mueve mi patria y el dolor de los campesinos que trabajan  de sol a sol para trae a nuestra mesa los alimentos, en este caso el café. Me afecta el paro de cafeteros porque en Argentina somos muchos colombianos, cada vez más que venimos a estudiar y a trabajar en lo que sea, aunque para pena y pesar, últimamente han venido algunos a dañar nuestro nombre, hacer daño, como es el caso del narcotraficante Henry de Jesús López Londoño, alias 'Mi Sangre', jefe de los 'Urabeños' a quién detuvieron en una provincia de Buenos Aires. Somos colombianos que queremos dejar en alto a nuestro País.

No entiendo cómo el gobierno colombiano no toma su lugar de protección a los trabajadores que aportan a económicamente a nuestro país,  no entiendo la falta de diálogos, dando como excusa que el paro está afectando la economía colombiana y claro no es para más porque nuestras “rutas” son afectadas para el transporte de alimentos al interior de Colombia.

Me afecta el paro porque no concibo el hecho que mi amiga Vannesa T. ingeniera mecánica que trabajaba en una petrolera reconocida, haya tenido que dejar su trabajo por negarse a pagar  vacuna a la guerrilla. No quería tocar este tema porque en las redes sociales se convirtió en algo cómico, pero es una dura y dolorosa realidad, mientras el gobierno se niega a hablar con los cafeteros porque sigue el paro, prefieren tener una mesa de conversaciones de paz con guerrilleros que, sí, han hecho daño a nuestra gente, además con un supuesto cese de hostilidades, pero que a la hora del café -para el caso- es una mentira, aun siguen las  agresiones hacia la población civil; claro que esto no es de ahora, si hacemos memoria, durante las negociaciones de paz con los paramilitares durante el gobierno de Uribe, estos cometieron actos atroces, incluyendo el asesinato de su líder Carlos Castaño, lo cual rechazo la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), luego de haber aprobado dichos diálogos.

Entonces por qué no se puede seguir en conversaciones y dejarnos de joder. La patria boba no se quedó en 
1810, nosotros contra nosotros y peor aún, el gobierno contra sus gobernados. Por qué no se deja el gobierno de promesas incumplidas y más bien toma acciones. Quizá el paro no le gusta al gobierno porque desean que los campesinos sigan callados sin decir nada mientras son maltratados.

Ojalá no tengamos que decir el café es rojo, como escribió Alfredo Molano en un artículo sobre el oro en Colombia. [1]








[1] http://www.elespectador.com/opinion/columna-386375-el-oro-rojo

2 comentarios:

  1. Amiga, que privilegio me siento de haberte conocido en Colombia, nunca pense q podriamos tener tanto en comun, no sabia q habias sido parte de JUCUM, y me encanta que citas a Jorge Isaacs, tu definicion de los colombianos me la voy a robar, si me lo autorizas y creo que tengo que ir a visitarte a Buenos Aires, eres un a pequeã gigante, y de acuerdo con lo q escribes, TOTAL.

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    1. Linda Lisbeth, gracias por tus palabras. Sigue en píe lo de escribir algo juntas, te admiro un montón, no sólo por lo que escribes, también por ser una bella mujer temerosa de Dios. Claro que sí, toma lo que necesites, y por acá te espero con los brazos abiertos.

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