Un buen café debe ser: negro como la noche, caliente como el infierno, dulce como el amor.
Anónimo (revista del café
colombiano)
Quizá viviendo acá en Buenos
Aires, el paro cafetero en Colombia no me “afecte”, pues la situación crítica se vive fehacientemente allá. Siempre
me gustó el café, el buen café, en casa no me dejaron tomar tinto (café
americano” o chico) hasta después de los 15 años. Cuando pude tomaba
café sólo cuando sabía que era una buena preparación, lo aprendí de Grú una
chica noruega que conocí y a los diez años, ella es misionera y compartimos un
viaje a Bucaramanga con los King´s Kids un equipo de niños y niñas que evangelizaba
por medio de canciones y coreografías; linda época, fue una linda cruzada,
conocí a mucha gente que aportó a mi vida para bien, otras por las que decidí
ser comunicadora social.
A Grú le gusta mucho el café,
pero no cualquier café, lo primero que aprendió cuando llegó a Colombia fue a
tomar una buena taza de café, es decir lo tomaba con la preparación exacta y
aunque suene terrible, del tipo exportación. Cuando llegué a Buenos Aires y
conseguí café de Colombia ($80 Arg) noté la diferencia, el gusto es incomparable
y cambia de inmediato la apreciación del mismo. Supe que el café que tomaba en
Colombia era bueno pero el que tomaba ahora era el mejor, ¡el mejor!
En Colombia producimos café de
calidad, lo que requiere de una gran labor de parte de los caficultores, es un
arduo trabajo que merece de tiempo y de inversión para así mismo obtener una
calidad en el producto; si bien, nuestras tierras fértiles y propicias para su
cultivo nos hace el país con el mejor café o por lo menos el del Huila es el mejor
café de mundo según el concurso Taza de la Excelencia es promovido desde 1999
por la organización The Alliance for Coffee Excellence, en Brasil, Bolivia, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Colombia.
Bien describía Jorge Isaacs en su
novela La maría, los bellos cafetales
del Valle del Cauca, sus fragancias y la ardua labor de los caficultores bajo
es sol, bajo la lluvia. Eran para él lugares únicos y con aromas que enamoran. Se
podían hacer versos, coplas, hermosos poemas, con tan sólo pasar o ver los
floridos y cargados cafetales.
Desde el año 2002 la producción
de café inicio una crisis en el mundo, para esto los gobiernos de cada país
productor hizo lo suyo con el fin de detener o por o menos sostener a los caficultores
y así no fueran obligados a dejar sus labores de producción. A Colombia lo
afectó en un porcentaje “menor” al resto de países, entre otras por la calidad
y nombre de nuestro café, pero aun así los caficultores colombianos tuvieron menos
apoyo y estrategias por parte del gobierno para ayudar a salir de la crisis,
tanto así que miles de caficultores han tomado rumbo a las grandes ciudades y
dejar el campo. (No sólo la violencia y la guerrilla o paramilitares hacen que
en el país existan estos éxodos internos)
Trabajo medio tiempo en un café
en Buenos Aires, la dueña es argentina y cuando empezó a buscar qué café vender, se encontró con una marca de café colombiano Full City, ella escogió el tipo excelso; se enamoró de su aroma y su
acidez, ya había probado café colombiano cuando vivió en Irlanda, así que no
tuvo dudas al decidirse. En Co.Co espresso como se llama el café-restaurante,
trabajamos colombianos, a Gissela (dueña del café-restaurante) le gusta nuestro
trabajo y la atención que tenemos con los clientes; cosa que me llena de
orgullo, porque los colombianos no somos sólo lo que muestra nuestro cine y
televisión colombiana, somos luchadores, inteligentes, amables, pedimos el
favor y damos las gracias, creemos en lo que soñamos y trabajamos para
lograrlo; cosa que nos distingue acá en Argentina.
Todos los días sin falta, un par
de clientes me pregunta “de dónde sos”, (porque aun mantengo con orgullo mi
tonada colombiana) y cuando les digo “Soy de Colombia” exclaman ¡ay tan linda
Colombia!, tiene unos paisajes hermosos, yo con una sonrisa lo confirmo. Aprovecho y les cuento que el café que se han
tomado es colombiano. Lo hago porque me gusta ver la cara de satisfacción que
manifiestan al finalizar mi frase. Saco pecho y me siento grande (mido menos de
1.50 m).
El paro sí me afecta porque sé
que el café es un producto que nos ha hecho grandes en el exterior, porque veo
como los argentinos disfrutan de este producto colombiano; me afecta porque
como colombiana en el fuera de mi país me mueve mi patria y el dolor de los campesinos
que trabajan de sol a sol para trae a
nuestra mesa los alimentos, en este caso el café. Me afecta el paro de
cafeteros porque en Argentina somos muchos colombianos, cada vez más que
venimos a estudiar y a trabajar en lo que sea, aunque para pena y pesar, últimamente
han venido algunos a dañar nuestro nombre, hacer daño, como es el caso del
narcotraficante Henry de Jesús López Londoño, alias 'Mi Sangre', jefe de los
'Urabeños' a quién detuvieron en una provincia de Buenos Aires. Somos colombianos
que queremos dejar en alto a nuestro País.
No entiendo cómo el gobierno
colombiano no toma su lugar de protección a los trabajadores que aportan a económicamente a nuestro país, no entiendo la falta de diálogos, dando como excusa que el paro
está afectando la economía colombiana y claro no es para más porque nuestras “rutas”
son afectadas para el transporte de alimentos al interior de Colombia.
Me afecta el paro porque no concibo
el hecho que mi amiga Vannesa T. ingeniera mecánica que trabajaba en una
petrolera reconocida, haya tenido que dejar su trabajo por negarse a pagar vacuna a la guerrilla. No quería tocar este
tema porque en las redes sociales se convirtió en algo cómico, pero es una dura
y dolorosa realidad, mientras el gobierno se niega a hablar con los cafeteros porque
sigue el paro, prefieren tener una mesa de conversaciones de paz con
guerrilleros que, sí, han hecho daño a nuestra gente, además con un supuesto cese
de hostilidades, pero que a la hora del café -para el caso- es una mentira,
aun siguen las agresiones hacia la
población civil; claro que esto no es de ahora, si hacemos memoria, durante las negociaciones
de paz con los paramilitares durante el gobierno de Uribe, estos cometieron
actos atroces, incluyendo el asesinato de su líder Carlos Castaño, lo cual
rechazo la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), luego de haber
aprobado dichos diálogos.
Entonces por qué no se puede
seguir en conversaciones y dejarnos de joder. La patria boba no se quedó en
1810,
nosotros contra nosotros y peor aún, el gobierno contra sus gobernados. Por qué
no se deja el gobierno de promesas incumplidas y más bien toma acciones. Quizá el paro
no le gusta al gobierno porque desean que los campesinos sigan callados sin
decir nada mientras son maltratados.
Ojalá no tengamos que decir el
café es rojo, como escribió Alfredo Molano en un artículo sobre el oro en
Colombia. [1]
Amiga, que privilegio me siento de haberte conocido en Colombia, nunca pense q podriamos tener tanto en comun, no sabia q habias sido parte de JUCUM, y me encanta que citas a Jorge Isaacs, tu definicion de los colombianos me la voy a robar, si me lo autorizas y creo que tengo que ir a visitarte a Buenos Aires, eres un a pequeã gigante, y de acuerdo con lo q escribes, TOTAL.
ResponderEliminarLinda Lisbeth, gracias por tus palabras. Sigue en píe lo de escribir algo juntas, te admiro un montón, no sólo por lo que escribes, también por ser una bella mujer temerosa de Dios. Claro que sí, toma lo que necesites, y por acá te espero con los brazos abiertos.
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